Mandalas: relajación y meditación a base de círculos y colores

Empleados desde tiempos remotos como apoyo a la meditación, los mandalas están de moda. Sus adeptos encuentran en ellos sosiego y relajación, pero cuidado: los mandalas no son para todos

"En el hinduismo y en el budismo, dibujo complejo, generalmente circular, que representa las fuerzas que regulan el universo y que sirve como apoyo de la meditación".

Esta es la definición que recoge la Real Academia de la palabra mandala, que hace unos años solo conocían algunos pocos. Hoy en día están tan de moda que las librerías tienen sección propia con estos cuadernos de pinta y colorea. Y quien más quien menos tiene un compañero de trabajo que se siente atraído por estas formas geométricas, o una vecina que ha empapelado la pared del comedor con mandalas.

La razón por la que están tan en boga es porque estos 'dibujitos' son una forma de liberación. Son la excusa perfecta para dejar volar esos pensamientos recurrentes y ruidosos que boicotean nuestra cabeza a lo largo del día. Hay quién gestiona la ansiedad con técnicas de respiración y quien, por lo contrario, canaliza su rabia o estrés a través del deporte. Y luego están los que han encontrado en los mandalas el camino a la paz espiritual.

Beneficios

"La finalidad de pintar mandalas es cultivar la concentración y la paciencia. Se trata de no pensar en nada, de descubrir la simetría y respetarla. Esto y los colores que utilizamos para pintarlos nos darán pistas sobre nuestro estado de ánimo, y podremos observar nuestros pensamientos y distracciones", sostiene Antonia Pulido, psicóloga.

"A mí me sirven para calmar la ansiedad, aquietar los pensamientos negativos y rebajar el nivel de estrés", reconoce Andrea Padilla, administrativa y compradora habitual de libritos de mandalas. Tanta es su afición que se ha propuesto pintar uno a diario. "Me di cuenta de que el mejor momento del día era aquel en que, antes de irme a dormir, me sentaba en el sofá y me ponía a colorear. Me olvido de todo el estrés de la jornada y me concentro en los colores que voy a utilizar. Me aporta paz y silencio", afirma.

¿Para quién?

Pero no hay que caer en el error de dar por supuesto que los mandalas tienen la misma función y sirven para todo el mundo. Cada uno le puede dar la utilidad que quiera y encontrarle el beneficio que más le convenga.

Es más, lo que sirve para unos no tiene por qué servir para todos. "Hay quien se puede poner de los nervios haciendo mandalas. Si no tienes paciencia, no sirve de nada", señala Pulido. De hecho, añade, "a los occidentales nos cuesta mucho meditar o relajarnos, porque no forma parte de nuestra cultura".

Podría ser el caso de Rafael Navarro, ingeniero industrial, que explica que para él relajarse es ir a su clase semanal de Muay Thai y desfogar su ira dándole patadas al saco de boxeo. "Intenté pintar mandalas porque me lo recomendó mi terapeuta. Pero después de una semana acepté que este ejercicio no está hecho para mí y me generaba frustración no ser capaz de disfrutarlo. Me he dado cuenta de que necesito implicar el cuerpo para estar presente, sudar y pensar cómo voy a sorprender a mi adversario con el siguiente golpe".

Pero la práctica de la concentración es algo necesario, puesto que nos ayuda a estar en el momento presente, a dejar de planificar o a entrar en bucle sobre situaciones vividas. Esto puede lograrse corriendo, fregando platos o sentados en posición de loto. Lo importante es encontrar aquello que nos permita entrenar nuestra concentración.

Via vanitatis.elconfidencial.com

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