A veces los movimientos más sencillos de nuestras manos o de nuestro cuerpo pueden resultar una sensación de lo más agradable para nuestra pareja.
Un leve roce en la piel puede tener asegurada una excitación inesperada.
El juego y la imaginación son lo más importante para poder conseguir una relación placentera, si existe la suficiente confianza y compenetración entre los dos miembros de la pareja hay que ser capaces de probar cosas diferentes para saber cuales nos resultan más excitantes y tentadoras.
No sólo los masajes con las manos son los mejores, también podemos utilizar nuestro cuerpo, nuestro pelo, nuestros pies, existen infinidad de posibilidades.......
Otras opciones
Como primera opción se propone el juego entre los dos miembros de la pareja, un juego nada erótico, sino algo fuerte que nos servirá sobre todo para liberar los posibles nervios o tensiones que pudiera haber al principio. Ese juego irá convirtiéndose en una forma de conocer el cuerpo del otro y poco a poco nos llevará a dejarnos ir buscando el placer.
Una posibilidad de masaje muy interesante es acariciar el cuerpo de nuestra pareja con el cabello, haciendo recorrer éste a lo largo de su piel, esa sensación del pelo recorriendo la piel puede ser muy agradable y a la vez diferente.
Si queremos conseguir un efecto de jugueteo o de provocación en nuestro compañero, podemos utilizar el propio cuerpo para acariciarle, acercándonos suavemente y dando pequeños toques o roces sobre su piel y recorriendo de esa forma su espalda y su pecho. Así conseguiremos una excitación erótica en él que le hará receptivo a cualquier tipo de juego sexual que le propongamos.
Para relajarse
En ocasiones, simplemente pediremos a nuestra pareja que nos ayude con un masaje relajante después de un día de tensión y estrés, no necesariamente el masaje debe ser erótico, sino que puede incluso tener un efecto terapéutico importante si somos capaces de hacerlo correctamente.
Para empezar este tipo de masaje deberemos ponernos arrodillados junto a nuestra pareja, concretamente él tumbado y su cabeza entre nuestras rodillas.
Nos impregnamos las manos de aceite para masajes y con los dedos juntos vamos deslizándolas por su espalda hasta el final de la misma. Al llegar aquí, separamos los dedos, bajamos hacia las caderas y volvemos a subir hacia los hombros haciendo una leve presión.
Repetir esta operación unas cinco o seis veces y para finalizarlo, cuando hemos llegado a los hombros, bajar suavemente las manos por los brazos y volver a subir un par de veces.
Terminado este primer masaje, el siguiente consistirá en ejercer un poco más de presión para tonificar los músculos, pero siempre haciéndolo con suavidad. Ahora de rodillas al lado del hombro que vamos a masajear; colocamos la palma de una mano debajo del hombro y la otra por encima del omóplato dando un masaje con los dedos; a la vez que damos el masaje por encima del hombro, empujamos hacia nosotros con la que tenemos debajo.
Posteriormente, pondremos las dos manos encima del hombro y lo iremos masajeando como si amasáramos pan, moviéndonos hacia el cuello. Una vez en el cuello, volvemos a bajar hacia el hombro, repetir esta operación varias veces y seguir después con el otro hombro.
Fuente pandoweb.
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