La meditación es el acto de alterar nuestro estado de conciencia para desocupar nuestra mente de pensamientos y así experimentar calma y tranquilidad. Al aplacar el torrente de imágenes y palabras que nos ocupan la cabeza, logramos vivir plenamente el momento presente y conectarnos con la fuente interior de nuestro ser.
Se ha demostrado que la meditación tiene numerosos beneficios para la salud (artículo en inglés) y es útil en el manejo del estrés y la enfermedad.
Es frecuente confundir la meditación con técnicas de relajación, visualización o concentración. Aunque la relajación es necesaria para meditar y también una consecuencia de ello, la meditación es algo más profundo y sublime. A pesar de que al meditar nos concentremos en la experiencia en sí o quizás tengamos revelaciones en forma de imágenes, éstas son más una consecuencia del estado meditativo en que estamos, que la intención o descripción de éste.
La meditación requiere práctica y paciencia, pero nunca esfuerzo mental o físico. Puede practicarse en la quietud o el movimiento; en el silencio o en medio del ruido. Por ejemplo, no es inusual para quien tiene experiencia en meditación, hacer sus quehaceres diarios en estado meditativo, e incluso existen técnicas (artículo en inglés) que involucran moverse al compás de la música o un ejercicio intenso. Lo común en todas estas maneras de meditar es la búsqueda de un silencio interno donde la persona se centra en el presente sin ninguna distracción mental.
Antes tenga en cuenta estos puntos:
Infórmese y conozca las opciones. Existen diferentes técnicas para meditar y es importante escoger la más acorde con nuestras necesidades y habilidades, para así facilitar el proceso. Por ejemplo, si le atrae más la música que el silencio o el baile que la quietud, quizás una danza derviche (práctica mahometana) sea aconsejable; si prefiere no empezar de cero y necesita apoyo en el proceso, entonces de pronto meditación guiada (en inglés) sea mejor opción.
Reserve el lugar y el momento. Nuestro cuerpo funciona de diferente manera basado en el horario y hábitos que manejamos, y también reacciona distinto al cansancio y el estrés. Si es nuevo en la práctica de la meditación elija un momento del día donde esté alerta. Empezar a meditar a media noche después de un día de trabajo intenso quizás conlleve a quedarse dormido en la mitad de la sesión; o de pronto no es una persona madrugadora y practicar en la mañana pueda tener el mismo resultado. Así mismo, elija un lugar de su hogar o trabajo donde pueda meditar sin interrupciones y donde se sienta cómodo y a gusto con olores, colores y sensaciones.
Respire. Aprender a respirar (artículo en inglés) es esencial para lograr un nivel profundo de relajación y renovar la energía del cuerpo, proveyendo oxígeno a los órganos internos y especialmente al cerebro. Para empezar, es ideal sentarse con la espalda recta y en una posición cómoda. Inhale por la nariz lenta y profundamente, sostenga la respiración por cuatro segundos y exhale también lentamente. Al inhalar, el pecho no debe moverse mientras que el estómago se infla; al exhalar, el pecho se mantiene y el estómago vuelve a su estado inicial.
Ejercicio básico de iniciación a la meditación
Es importante que al empezar la práctica no se preocupe por la técnica en sí o en si lo está haciendo de forma correcta. Simplemente empiece a construir el hábito, poco a poco, siendo paciente con el proceso y con usted mismo. Este es un regalo que usted se hace, así que recíbalo con anhelo y entusiasmo.
Elija ropa cómoda y diríjase al lugar reservado. Asegúrese de no ser interrumpido por el teléfono, visitas o alguien de la familia.
Comience con tres minutos de respiración hasta que su cuerpo y mente estén relajados.
Las primeras veces, mientras se acostumbra, medite sentado para evitar dormirse. Elija una silla cómoda y mantenga una postura relajada pero con la espalda recta y los pies sobre el piso.
Prenda una vela y póngala al frente, a una distancia de aproximadamente uno o dos pies. Empiece a meditar concentrándose en la llama. No piense ni mire nada en particular, sólo céntrese en la llama. (Si sus ojos no se adaptan o le molesta la luz, reemplace la vela con un vaso de agua.)
Durante la sesión, ideas y recuerdos visitarán su mente; quizás ese uniforme que su hija necesita, el incidente que tuvo en el trabajo esta mañana, las cuentas por pagar, o la cita de la tarde. Contemple estos pensamientos por un segundo y luego sutilmente déjelos de lado. Si regresan, sólo déjelos pasar y despídalos una vez más.
Practique todos los días por cinco minutos. Agregue dos minutos de práctica por cada semana que complete.
Después de al menos un mes de práctica o cuando ya haya experimentado, así sea por un breve momento, un estado meditativo, puede empezar a explorar técnicas más avanzadas o variadas de meditación.
Via http://nuevaera.about.com
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