La conducción involucra tanto nuestra parte física como emocional, independientemente del vehículo que conduzcamos. La conducción zen es la basada en el control de la parte mental o emocional cuando cogemos un vehículo. No hace falta ser de ningún tipo de cultura o religión para intentar aplicarla al máximo posible en la conducción, ya que básicamente consiste en saber mantenerse relajado al mando de un vehículo, especialmente en situaciones que suelen generar estrés y de esta forma evitar riesgos de accidente y lograr alcanzar una conducción más agradable.
Antes de arrancar, revisa que todo esté a tu gusto en el vehículo (espejos, ambientador, temperatura, etc). Asimismo, intenta no utilizar GPS y apaga o quita el sonido y la vibración a tu teléfono móvil para evitar distracciones molestas.
Ya sentado, encuentra una postura en la que te sientas cómodo y arranca el vehículo.
Lo contrario a la conducción zenEn ciudad, es frecuente que hasta que se llega a una vía rápida haya que pasar por multitud de semáforos y por alguna que otra rotonda en la que alguien se pega demasiado o no cede el paso, o sale de ella incorrectamente. Es más que probable que ambas situaciones sean las primeras grandes pruebas de tu paciencia. Ante ambas situaciones, respira profundamente y suela el aire por la boca lenta y paulatinamente y cuado el semáforo cambie y el de delante no haya arrancado aún o en la rotonda veas algo inapropiado, evita el claxón o cambiar bruscamente de carril o discutir o enfadarte ante lo que a tu juicio sea una pequeña infracción de otro conductor e intenta sonreír ante ella.
En vías rápidas, mantén una velocidad constante, sin buscar incesantemente el carril más rápido o estar adelantando con frecuencia.
Es muy importante mantener una amplia distancia con respecto a vehículo de delante no ya solo por seguridad, sino por bienestar mental. A todos nos gusta tener nuestro espacio y en carretera sucede igual.
Ante una atasco, olvídate del reloj, de gesticular, tocar el claxón y estirar el cuello y sacar la cabeza por la ventanilla como si fueras a ver y a solucionar algo así. Mantén la respiración tal y como hemos indicado anteriormente e igual que antes, olvídate de buscar una vía más rápida, ya que si la encuentras no conseguirás aventajarte más que unos insignificantes pocos metros. Asimismo, cuando el vehículo de delante avance un poco, no vayas apresurado a seguir su estela para volver a frenar, sino que tómatelo con calma y piensa en algo que te guste o relaje.
Dicen que la amabilidad se contagia, incluyendo al volante. Sin embargo, la realidad es que depende más que nada de con quién te toque tratar y en carretera lo normal es con conductores al borde de la crispación. No obstante, muy poco a poco iremos notando una mejora de relajación y simpatía en nuestras carreteras cuanto más sigas estas prácticas y las compartas. La población de conductores agresivos irá mermando así hasta, tal vez, llegar a ser un país más relajado al volante como, por ejemplo, Países Bajos.
Via diario.deportesonline.com
0 comentarios:
Publicar un comentario