La meditación es una práctica milenaria de tradición budista cuyo impacto sobre la salud, tanto física como mental, no se empezó a analizar hasta hace unos 40 años. “El hecho de practicar meditación era considerado casi una herejía y estudiarla era un imposible científico”, explica Richard J. Davidson, profesor de psicología y psiquiatría de la Universidad de Wisconsin-Madison.
En un principio, la comunidad científica no apoyaba a los que se atrevieron a iniciar investigaciones sobre la meditación ya que se dudaba de sus beneficios cognitivos.
Pero las técnicas de neuroimagen han propiciado que desde hace un par de décadas se hayan realizado numerosos estudios en este campo, ya que permite apreciar los cambios en las estructuras neuronales durante esta práctica.
Las técnicas más utilizadas son la resonancia magnética funcional y, más recientemente, la magnetoencefalografía, que mide la actividad en distintas zonas del cerebro durante un tiempo.
Mediante éstas, la doctora Sara Lazar del Hospital General de Massachusetts ha concluido que la meditación puede remodelar nuestro cerebro aumentando la densidad de materia gris en estructuras cerebrales relacionadas con “el aprendizaje, la memoria, la regulación de las emociones y la empatía”. Por el contrario, la cantidad de materia gris disminuye en otras zonas como la amígdala, donde se originan el miedo y el estrés, por ejemplo.
Por otro lado, “la meditación disminuye el ritmo de adelgazamiento progresivo del córtex prefrontal, que influye en comportamientos complejos como la toma de decisiones”. Esto puede resultar beneficioso para las personas de edad avanzada, quienes tienen la posibilidad de frenar el desgaste cognitivo.
Judson A. Brewer, profesor de psiquiatría en la Universidad de Yale y autor principal de un estudio publicado en la revista Proceedings, afirma que “se ha demostrado que la meditación ayuda en una variedad de problemas de salud, como dejar de fumar, lidiar con el cáncer e incluso prevenir la psoriasis”.
A ello cabe sumarun estudio reciente según el que la meditación y los cambios en el estilo de vida pueden ayudar a reducir la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares.
“El hallazgo que el gen de la telomerasa aumenta, y que éste está asociado con una reducción de la presión sanguínea en una población de alto riesgo, sugiere que podría ser un mecanismo con el que la reducción del estrés aumenta la salud cardiovascular”, explica Robert Schneider, coautor del estudio.
Según indican los expertos, la meditación debe practicarse a diario. En cuanto al tiempo necesario, se apunta que depende de cada persona, aunque se recomienda dedicar entre 30 minutos y una hora para conseguir el bienestar.
Y aunque parezca sencillo, hay que saber cómo ejercerla correctamente. “No se trata de intentar poner la mente en blanco, como a veces se piensa”, aclara Jimena San Román, instructora de talleres de meditación, a El Mundo.
“La meditación es un estado que hay que alcanzar. Es como intentar alcanzar el sueño. Para llegar a dormir puedo darte una serie de técnicas: que te pongas un pijama, que tengas una cama cómoda… pero puedes dormir o no. Lo mismo sucede con la meditación”.
Via enpositivo.com
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