La práctica de la meditación no requiere demasiado tiempo ni un espacio determinado o cualquier otra parafernalia. Lo necesario es tener voluntad y acá van unos consejos para ejercitarla.
Querés iniciarte en la práctica del Mindfulness? Acá va una guía para inexpertos. En los últimos años, la meditación ha ido ganando popularidad. Cada vez hay más consultas de gente interesada en aprender a meditar, ya sea para reducir el estrés y la ansiedad, o para mejorar la calidad de vida en general.
Sin embargo, aunque la ciencia ha aportado conocimiento sobre los muchos beneficios que nos aporta esta práctica (emocionales, mentales, físicos y de paz interior) la realidad es que no es fácil ponerse a meditar. Es común ver que la gente empieza llena de ilusión, solamente para probar, van a medida que van transcurriendo los días no son capaces de encontrar un momento para practicar.
Y no debería sorprendernos. Estamos acostumbrados a no parar de hacer cosas, a no "perder el tiempo" con actividades que no tengan utilidad inmediata y a huir del aburrimiento. Es así como el principiante, casi sin darse cuenta, se inventa múltiples excusas para no meditar.
Mindfulness: las excusas habituales de los principiantes
Por ello, si estás empezando o pensás empezar pronto en esto de la meditación, acá van algunos consejos que te pueden servir de ayuda para vencer las cinco principales excusas habituales:
1. No tengo tiempo
Esta es sin duda la más repetida y quizás las más absurda de todas. Todos estamos ocupados, sí, pero siempre tenemos cinco minutos para dedicarnos a nosotros mismos.
Muchos principiantes creen que tienen que empezar con 30 minutos de meditación al día y eso es un gran error. La clave está en ir progresando. Ponte una meta sencilla, por ejemplo 5 minutos diarios la primera semana hasta que puedas meditar un mínimo de 20 minutos al día. Crea el hábito de pasar 5 minutos al día y poco a poco ir subiendo a 8, 10 minutos, y así sucesivamente, es la mejor manera de sentirte cómodo con esta práctica. Piensa que tan solo 10 min de meditación diaria ya te aporta numerosos beneficios.
2. Me aburro
El mayor enemigo del meditador principiante es el aburrimiento. Una actividad que consiste en no hacer nada, no suena especialmente atractiva.
Pero no hacer nada ya es hacer algo. Y es algo realmente difícil. Deja que alguien te guíe al principio, practica la meditación guiada para que se te haga menos aburrido. También hay meditaciones de muy diferentes tipos, algunas se basan en ciertos temas que te pueden resultar más atractivos o en repetir mantras. Esto hace que sea más ameno ya que reduce la impresión de que no estás haciendo nada.
3. No lo hago bien
Una de las mayores dificultades para meditar es ponerte expectativas o repetirte a vos ti mismo "todo el mundo medita bien menos yo".
Si no conseguís concentrarte en la respiración porque no paran de venirte diferentes pensamientos como la lista de la compra, los planes del fin de semana o lo muy aburrido que estás, ¡Felicidades! Eso es que lo estás haciendo fenomenal. El objetivo de la meditación Mindfulness es justo ese, observar todos los pensamientos que están pasando por tu mente. Simplemente obsérvalos, acepta que te has distraído y vuelve a poner atención a tu respiración, así hasta que venga la siguiente distracción.
4. Tengo algo importante que hacer
Estás meditando y de repente uno de los pensamientos que te distrae te hace caer en la cuenta de que en realidad se te ha olvidado algo importante que tienes que hacer.
No puedes dejar de pensar en ello, así que esta vez sí, te convences de que esta meditación no va a servir para nada. ¡Error! Cuanto más distraído mejor, así no te aburres. Observa lo muy distraído y nervioso que estás. Sé consciente de tu respiración acelerada y de lo mucho que te importa lo que sea que tienes que hacer. Ánimo, al fin y al cabo, en sólo diez minutos ya podrás hacerlo.
5. No sé por dónde empezar
Una buena idea sería empezar por el principio. Simplemente siéntate y pon atención en tu respiración, en un sonido o en un objeto externo. No necesitas nada más. Ni música clásica de fondo, ni velas aromáticas, ni ser capaz de sentarte en la postura de la flor de loto. Simplemente ponte cómodo pero no apoyes la cabeza, mantenla erguida para no quedarte dormido. Date cuenta de cómo respiras y de la manera de expirar e inspirar el aires. Y... voilá, ¡Ya estás meditando!
Via diario4v.com
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