Son múltiples los estilos de esta práctica milenaria, pero existen tres especialmente populares.
El yoga es una disciplina que promete tanto cambio externos como internos. Pero no lo hay de una sola clase, sino que existen muchos estilos acordes a las necesidades de cada persona y su estado físico.
Según la instructora de yoga Sabrina Comamamala, la práctica "puede estar regulada por el profesor de acuerdo a las necesidades y posibilidades de cada alumno". Es por ese motivo que entre sus adeptos se encuentran adultos mayores, niños y embarazadas.
¿Qué elegir?
Son múltiples los estilos de esta práctica milenaria, pero existen tres especialmente populares. El primero es el Hatha Yoga, considerado el "yoga universal", que Comamala define como "el más simple de aprender y el más variado, ya que siempre existirán posturas que la persona pueda hacer, por más que no pueda realizar otras".
El segundo es el Ashtanga Yoga, que es dinámico y recomendado para quienes gustan del movimiento y de la actividad física más fuerte.
El tercero, recomendado a adultos mayores y las personas con movilidad reducida es el Iyengar Yoga, en el que el alumno se vale de elementos para ser ayudado en sus posturas, como sogas y pelotas.
Por otra parte, entre los estilos más activos de todos se encuentra yoga Urunta, que se realiza colgado de sogas y posee numerosas posiciones invertidas, por lo que en palabras de la profesora no es recomendable para cualquier persona. A su vez, hay otras variantes como el Kundalini Yoga, que mueve la energía del centro del cuerpo.
Sin dudas, uno de los momentos que más se disfrutan dentro de las clases, son los ocho minutos de Nidra Yoga, dedicados a la relajación. Sin embargo, en algunos centros se realizan sesiones de 45 minutos de esta práctica, conocida como el yoga del sueño. La que la consigna es permanecer inmóvil y seguir una meditación guiada para llegar a un estado entre el sueño y la vigilia.
Claves para encontrar al instructor adecuado
La búsqueda del guía perfecto "dependerá en parte de qué busca cada alumno, ya que muchos se verán atraídos por la parte filosófica del yoga, y otros buscarán el bienestar físico". Pero para Comamala, "lo ideal es encontrar a alguien que logre un equilibro entre ambas cosas".
Sin embargo, advirtió que es importante elegir un lugar serio, ya que ahora "proliferan los profesorados de un año de duración y ese período es insuficiente para enseñar, porque el yoga es un camino muy interno y el instructor necesita la experiencia de la práctica por mucho tiempo para poder transmitirla".
Por último, destacó que el profesor debe tener un gran conocimiento de anatomía, porque cada persona es distinta y responde de maneras diferentes a una misma postura.
Beneficios y chequeos previos
Para la instructora, la magia del yoga radica en que tras realizar solo una sesión, la persona ya comienza a sentirse mejor. "Una clave para no abandonar ante la pereza es recordar los beneficios que se obtuvieron en la sesión anterior, ya que tras tomar una clase, ese día la persona va a dormir mejor, va a sentirse más liviana, regularizará su tránsito intestinal y con el tiempo se va alimentar de una manera más saludable", indicó.
Por otra parte, agregó que un chequeo general antes de practicar yoga es necesario, ya que "existen algunas posturas que están contraindicadas para presión arterial alta, como las invertidas que lleven la sangre en la cabeza" . Tampoco debe faltar la consulta a un especialista si se sufre de osteoporosis o artritis.
Via diariouno.com.ar
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