Relajarse, comer bien, reservase el tiempo necesario para poder leer o para que te den un masaje son actividades que deberíamos realizar de manera natural. Cuidarse no debería de ser un sacrificio, sino un estilo de vida. De igual modo que no podemos salir de casa sin ducharnos, ni arreglarnos, tampoco deberíamos dejar de mimarnos de vez en cuando con un tratamiento especial que nos relaje, que haga que nos sintamos bien con nosotros mismos y con los demás.
Si necesitas desconectar del mundanal ruido, no hay nada mejor que te den un buen masaje. Atreverse a reservarse tiempo para uno mismo sin sentirse culpable, sin considerar que es una pérdida de tiempo o una prueba de egoísmo, y sin asociar el descanso con la pereza depende sólo de nosotros. Al final, es un proceso de mera elección.
Cuidarse el algo continuo, un proceso. Para cambiar nuestro estilo de vida sólo tenemos que querer hacerlo. La falta de tiempo, de dinero y la pereza suelen ser las tres excusas más esgrimidas para no cambiar ese estilo de vida que nos siempre nos beneficia. Los milagros no existen. El único milagro es comenzar, iniciar un pequeño cambio de rutina que permita cambios posteriores.
Los masajes, al trabajar tanto el cuerpo como la mente, consiguen apaciguar las tensiones acumuladas, y son un maravilloso antídoto contra la tristeza y la melancolía pues calman la ansiedad. Además, al aplicarse con aceites esenciales, también tienen efectos drenantes.
Existen otro tipo de masajes, menos conocidos, pero tan efectivos o más que los que se suelen aplicar para aliviar tensiones. La planta del pie representa en forma esquemática la totalidad del cuerpo y de sus órganos. En general, prestamos poca atención a nuestros pies. Sin embargo, es a donde van a parar multitud de terminaciones nerviosas. Un buen masaje en los pies, aplicado por manos expertas, puede influir positivamente – a modo reflejo -, sobre sus correspondientes órganos.
La reflexología podal es un masaje ancestral de reequilibrio entre mente, cuerpo y espíritu utilizado desde hace más de 4000 años en Egipto, India y China, para detectar, prevenir y curar enfermedades.
También es muy importante que te masajees o que te masajeen tus manos, no sólo para relajarlas, sino también para aligerar tus articulaciones. El masaje en las manos equivale al de los pies. Con el pulgar de tu mano derecha traza pequeños círculos en la base del dedo pulgar de tu mano izquierda. A continuación, efectúa movimientos rotativos sobre los dedos, siempre en dirección al corazón. Separa y estira los dedos. Con la ayuda de tus dedos índice y pulgar, ejerce una suave presión sobre las articulaciones.
Masajea con gestos circulares la parte trasera de la mano entre los huesos, en dirección a la muñeca. Estira tus dedos, y luego efectúa movimientos de torsión alrededor de cada uno de ellos. Sacude tu mano repetidas veces, como si te quemase, para ayudar a que vuelva a circular la energía. Finalmente, con la mano plana y bien estirada, pasa la palma de la otra mano sobre ella hacia la muñeca.
Este tipo de masajes reducen considerablemente el estrés, y ejercen un efecto calmante que induce a la relajación física y mental. Además, mejora el humor y nos brinda vitalidad. Si todavía no los habéis probado, os los recomendamos vivamente.
Via vitonica.com
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