El Shiatsu es un masaje oriental relativamente moderno. Aunque sus orígenes daten del siglo XIX, las leyendas cuentan que sus raíces son mucho más antiguas.
Hoy en día se conoce al shiatsu como el masaje japonés. Su propia palabra describe con exactitud la base de su técnica. Shi-, significa dedo y –atsu, significa presión. Se considera una técnica muy antigua y que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo hasta el día de hoy. Actualmente podemos encontrar diferentes estilos de shiatsu, aunque ninguno de ellos pierda la propia esencia de lo que consiste este arte, pero diferenciándose por las diferentes técnicas añadidas que emplean cada uno de ellos.
Hace falta remarcar que el shiatsu se originó a través de la evolución del masaje chino Anmo. Los japoneses adoptaron tanto la medicina tradicional china y este masaje dándole su propio nombre y reconocido como Anma, con el fin de aliviar los estados de estrés que presentaban los japoneses por su acelerado ritmo de vida. El Anma fue regulado por la corte imperial de aquél momento (700 d.C) como parte de tratamiento en la medicina, al igual que la acupuntura. Como todas las medicinas tradicionales orientales, tienen en común muchas cosas entre ellas: su visión holística del ser humano y la contemplación del sistema energético.
El masaje Anmo, al proceder de la Medicina Tradicional China, tenía muy presente el tratamiento sobre los canales energéticos como en sus propios puntos, que se manipulaban con presiones palmares y digitales en el caso del masaje. Si habláramos de acupuntura incluiríamos la aplicación de agujas, moxas o ventosas, que a día de hoy también se pueden emplean en el masaje como un complemento a la técnica. El Anma fue desapareciendo poco a poco aunque algunas de sus técnicas todavía se seguían practicando y fue donde la técnica shiatsu empezó a florecer en el siglo XX a través de un libro titulado “Shiatsu Ho”, escrito por el maestro Tamai Tempaku.
Su peregrinaje cayó en manos de Tokujiro Namikoshi, volviéndose a interesar por esta técnica y desarrollándola a través de su experiencia, creando su propio estilo llamado Shiatsu Namikoshi. Namikoshi se podría decir que es el maestro más purista en relación a lo que significa la palabra Shiatsu. Él dejó a un lado la contemplación del sistema de meridianos acomodando el shiatsu con la medicina occidental, donde afortunadamente tuvo una gran aceptación en occidente tras su aprobación por el Ministerio de Sanidad en Japón. Describe el shiatsu como: “tratamiento que aplicando presiones con los dedos pulgares y palmas de las manos sobre determinados puntos del cuerpo, corrige irregularidades, mantiene y mejora la salud, contribuye a aliviar diversas enfermedades y activa la capacidad de auto-curación del organismo. No tiene efectos secundarios”.
Shizuto Masunaga, discípulo de Namikoshi, creó su propio sistema de Shiatsu, recuperando la Medicina Tradicional China e incorporando nuevas técnicas desde su amplio bagaje. Difundió este sistema por Estados Unidos y Europa, dónde se le conoce como Shiatsu Zen.
Dejando a un lado las diferentes visiones entre ambos sistemas y los que preceden a estos, hemos de dar importancia al resultado que aporta una sesión de shiatsu, tomando conciencia de que sus beneficios no se limitan a un plano físico, sino también emocional. El shiastu despierta la capacidad que tiene el cuerpo para auto-equilibrarse, es una técnica que regula y compensa de forma integral el organismo. Obviamente con un efecto paulatino y progresivo… lo que no se puede pretender con las terapias manuales es obtener un efecto instantáneo.
“El ser humano necesita su espacio para sentir, entender y transformar.”
Via elcuerpo.es
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