La meditación ayuda a relajarse, a vivir con más consciencia el aquí y ahora. Y, sin embargo, no siempre está recomendada. Ni a todo el mundo le sienta bien.
En los últimos años el éxito de la meditación es incontestable. Desde pequeños talleres de barrio hasta grandes empresas apuestan por estas técnicas de concentración y control mental y de la respiración. Una de las versiones más en boga es el llamado 'Mindfullness' o atención plena, la occidentalización de la meditación budista, que se basa en la llamada 'aceptación': aceptar el flujo de sensaciones, sentimientos y pensamientos del momento presente sin juzgar si son correctos o no. Grandes compañías como Google lo fomentan entre sus empleados.
No obstante, a la hora de hablar de meditación no todo son ventajas. Según el psicólogo Miguel Perlado se trata de "una técnica que se está expandiendo muy rápidamente con pocos estudios que avalen su eficacia". En este sentido el experto destaca que, junto a estudios que señalan, por ejemplo, una menor recaída en cuadros depresivos, hay otros que apuntan a efectos adversos en algunos casos. "Puede ayudar mucho, pero hay personas a las que no les viene bien, incluso a un paciente le puede perjudicar en un momento y ayudar en otro".
Pánico y ansiedad:
Entre los efectos secundarios más habituales se encuentran los temblores, los miedos, incluso los estados de pánico y ansiedad. Según Perlado es importante tener claro que estas sensaciones no son ninguna vía hacia un estado de conciencia superior, sino simplemente un aviso de nuestro cuerpo de que algo va mal. "Hay que parar de inmediato y buscar ayuda profesional si empezamos a sentir ansiedad y desorientación", aconseja.
¿Quién guía la meditación?
Uno de los problemas fundamentales a los que nos podemos enfrentar es la falta de preparación de las personas que conducen la meditación. Según Perlado debería tener conocimiento de psicología. "En muchos casos no se hace una criba y hay que tener en cuenta las características de las personas en la práctica de la meditación", explica. "Infórmese bien de en manos de quién se pone". Y añade: "Hay muchos que son charlatanes".
No se cambia en un fin de semana:
Perlado señala que la meditación puede facilitar los cambios que una persona puede operar en su vida, pero recuerda que ningún cambio importante se logra a corto plazo, "bien lo sabemos los profesionales". "Ojo si le dicen que en dos días va a cambiarlo todo", advierte.
Desensibilización emocional:
En algunas prácticas de meditación hay "una suerte de desconexión de sí mismo" que a menudo se interpreta como un estado de conciencia superior, una mejora en la vida personal. Sin embargo, esta "desconexión" puede tener "consecuencias adversas". Fundamentalmente cierta dificultad para responder a los estímulos del exterior o del entorno social.
Pros y contras en la depresión:
A pesar de que la meditación ha demostrado efectos positivos en la depresión su utilización debería estar siempre supervisada por un profesional dado que se ha comprobado que en determinados casos podría tener el efecto contrario e incluso ahondar en el estado depresivo.
Vulnerabilidad:
En la meditación las alertas se reducen y nos volvemos más susceptibles a una posible manipulación. Las sectas lo saben y se aprovechan de ello. "Ojo especialmente con las prácticas en lugares retirados y poco accesibles".
Falsos recuerdos:
Según Perlado se ha comprobado que en estos trances se pueden llegar a instaurar en las personas falsos recuerdos, lo que puede incidir en una mayor desorientación posterior. "No se trata de estigmatizar la meditación, pero hay que resaltar también estos aspectos", señala.
Ruptura psicótica:
En los casos más extremos la meditación puede dar lugar a un brote psicótico, una "desconexión con la realidad". Según Perlado esto es más habitual tras jornadas de meditación intensiva, con largos tiempos de silencio, y las consecuencias a medio y largo plazo pueden ser peores.
Prohibido en caso de enfermedad:
La meditación está especialmente desaconsejada o, al menos, tiene que ser seriamente supervisada en el caso de personas con algún antecedente de enfermedad mental. También entre quienes padezcan cuadros de esquizofrenia o epilepsia. En su caso los efectos adversos son más probables.
Como las drogas:
Aunque según Perlado no es habitual el uso de sustancias alucinógenas en las prácticas de meditación ("es hasta contradictorio") la impresión del entorno social sí puede ser que a su familiar o amigo le han dado alguna sustancia fuera lo normal. Especialmente cuando prevalece esa "desconexión" que a veces genera la meditación y que hace aparecer a la persona como "colocada" a los ojos de los demás.
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