Que no se me malinterprete, no quiero decir con este titular que la ciencia apoye que tengamos mejor sexo (aunque imagino que tampoco estará en contra), sino que varios estudios confirman que la meditación nos puede ayudar a conseguirlo. No es fácil sentirse con ganas de… nada, cuando el trabajo, las facturas, la familia, los estudios, y en definitiva, los problemas diarios, compiten por acaparar nuestros pensamientos. Por eso hoy vamos a hablar de las ventajas de parar esta lavadora mental, y especialmente de las que notaremos en la cama (o en otros sitios).
Estrés, ese gran enemigo
La incapacidad de dejarse ir es uno de los mayores obstáculos para disfrutar de las relaciones sexuales plenamente. Si en lugar de enfocar nuestra atención en disfrutar y en los estímulos que nos producen placer, lo hacemos en un diálogo interno que no cesa y que además es negativo, es imposible que la cosa funcione.
Esta es la teoría, que muchos ya conocemos, a la larga el estrés inhibe el deseo sexual, pero no se trata solo de una cuestión de ánimo. El nivel de cortisol en sangre aumenta, lo que hace que se reduzcan significativamente los niveles de testosterona, un elemento clave en la respuesta sexual masculina, pero que también influye en la femenina.
Por otra parte, el estrés crónico afecta a regiones del cerebro como la amígdala, el hipocampo o la corteza prefrontal, alterando funciones fisiológicas y de comportamiento, incluido el sexual.
Cómo ayuda la meditación
Es una simple cuestión de lógica, si tal como confirman varias investigaciones (entre ellas las más recientes de Harvard), la meditación contribuye a disminuir el estrés, solo con esto ya estaremos en disposición de mejorar nuestra vida sexual. También se ha comprobado que los practicantes de meditación budista tienen niveles más bajos de cortisol, y que meditando diariamente durante 4 meses, estos se pueden disminuir hasta en un 20%.
Si nos vamos a lo específico, un estudio realizado únicamente con mujeres ha confirmado que las terapias mindfulness aumentan el deseo sexual. Las participantes buscaban tratamiento para la falta de excitación y deseo, y durante 6 meses formaron parte de sesiones que incluían meditación consciente y terapia cognitiva, notando mejoras importantes frente al grupo control (que no realizó meditación) tanto en deseo sexual, como en excitación, lubricación, satisfacción y funcionamiento sexual en general.
La meditación también nos enseña a focalizar la atención y detener el (molesto) flujo de pensamientos intrusivos, que nos impiden abandonarnos y entregarnos al 100% al placer.
Manos a la… obra
Muy bien, estoy convencida, pero, ¿por dónde empiezo a meditar? Si estás pensando en las posturas de yoga de las estrellas de Instagram, olvídate, es mucho más fácil que eso. Podemos apuntarnos a alguna clase o practicar en casa, simplemente aprendiendo primero a respirar y relajarnos, y después usando algunos de los muchos vídeos disponibles en Youtube.
Uno de los más prácticos para principiantes es el de meditación en un minuto, con el que no hay excusa posible por falta de tiempo para intentarlo un poco cada día. También hay numerosas apps con cursos de meditación y música relajante, que hacen el momento más agradable.
No te mortifiques si no consigues dejar la mente en blanco (¿alguien lo ha conseguido alguna vez?), o si no aguantas mucho tiempo, al inicio es mejor dejar los pensamientos pasar, usando alguna palabra o frase, tipo “me siento bien” o “me estoy relajando” y permanecer así el rato que puedas. ¡Nada de pasar nervios! lo que buscamos es todo lo contrario.
Tampoco esperemos milagros
¿Estar más relajados contribuye a mejorar las relaciones sexuales? sí, pero no podemos obviar que la ausencia de deseo, de excitación o incluso de orgasmos, pueden deberse a muchas otras causas que no tengan nada que ver, como la falta de atracción por tu pareja, de comunicación, de autoconfianza, de autoestima, de experiencia etc.
En cualquier caso, alejar el estrés siempre va a aportarnos beneficios, y puede que también nos sirva para pensar con más claridad en lo que nos está sucediendo, sin agobios. No hay una manera “correcta” de tener sexo, ni en duración, ni en forma, ni en regularidad, y este no puede convertirse en un motivo más de preocupación. Lo principal, al fin y al cabo, es que nos sintamos bien, a partir de aquí, todo resulta siempre mucho más sencillo.
Via trendencias.com
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