Estiramientos, equilibrios y torsiones a 40º con los que puedes quemar hasta 1200 calorías
Con dos toallas. Así comienza una de las experiencias más intensas del yoga. Una de ellas para absorber los líquidos que elimina el cuerpo durante la práctica. La otra, para eliminar en la ducha los estragos de los hasta dos litros de agua que pueden llegar a perderse en cada sesión.
Porque en una sala con unas condiciones similares a las que pueden darse una tarde de agosto en Sevilla, el sudor está asegurado. Bikram se practica a 40º y con una humedad que ronda también el 40%.
Aunque no se considera un deporte para atletas, los 90 minutos durante los que se desarrolla una secuencia de 26 posturas (asanas) de yoga clásico exigen estar como mínimo en forma.
La elevada temperatura pretende facilitar la flexibilidad muscular
Las asanas se concatenan por duplicado y cuando la tercera comienza (un equilibrio sobre las puntas de los dedos), el sudor está garantizado. La elevada temperatura pretende facilitar la flexibilidad muscular, así como favorecer la expulsión de toxinas.
Como el crossfit o el TRX, su práctica implica un profundo trabajo físico. Se pueden llegar a consumir hasta 1200 calorías en cada sesión. Teniendo en cuenta que si una persona de 70 kg corriese a un ritmo de 7,6 km/h, tardaría más de dos horas en igualar esta cantidad, queda comprobado el alto impacto del bikram yoga en el organismo.
¿Cómo se produce un gasto calórico tan extraordinario?
A través de equilibrios sobre una pierna, las flexiones espinales con el tronco invertido y amplias extensiones de espalda en un ritmo aeróbico. Esta es la razón fundamental por la que se necesitan unos músculos como mínimo tonificados para acometer con éxito la clase. De hecho, la recomendación para quienes estén a punto de sumergirse en esta aventura es practicarlo a diario durante dos meses.
“La serie de bikram está diseñada para trabajar todos los aspectos físicos. Como un edificio, desde los cimientos, se va preparando el cuerpo para la siguiente postura, hasta llegar a las asanas mas profundas, al tejado, con una torsión en la columna vertebral”, comenta Sergio, profesor de esta especialidad en el Centro Bikram Rosales de Madrid.
Del sudor de la camiseta a los beneficios para nuestro cuerpo
Con poses que casi para contorsionistas, el alumno ha de estar preparado (en cuerpo y mente) porque en un descuido, las articulaciones (sobre todo rodillas) pueden lesionarse. Su vigía es la musculatura que ha de estar entregada al propósito. Una de las indicaciones que más se repiten -cuando se trabaja sobre una sola pierna- es que se mantenga como un poste de luz. Exacto, como si se tratase de una pieza sólida y concreta. En el momento en que las fuerzas flaquean y la vibración del cansancio se instala en la extremidad, comienza la etapa de riesgo.
Sin embargo, Bikram Choudhury, padre de la escuela, insta a cualquier persona a iniciarse en la práctica. “Todo el mundo, sin importar su capacidad física o edad podría llegar a ejecutar las posturas. Solo deberían abstenerse de esta practica personas con elevados problemas de salud en estado de gravedad y mujeres embarazadas si nunca han practicado antes”, afina Sergio.
Lo cierto es que tras el impacto inicial, unos meses de práctica son suficientes para comenzar a sentirse mejor con el propio cuerpo. “Los primeros resultados que suelen sentir los alumnos es que mejoran su capacidad respiratoria, se colocan más erguidos y su figura se estiliza”, relata el profesor. A medio plazo, comienzan los beneficios a otros niveles: se incrementa la determinación, la compensación entre fuerza y flexibilidad e incluso se opta por una alimentación más saludable. Como cierra Sergio: “La practica despierta la escucha de los deseos y necesidades de nuestro organismo”. Eso sí, antes habrá que sudar antes la camiseta.
Via lavanguardia.com
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